La ciencia ficción se acerca a la realidad: neurocientíficos ya experimentan con la lectura de pensamientos mediante la conexión de cerebros humanos. En 2014, un equipo logró la primera transmisión de palabras de un cerebro a otro a 8,000 kilómetros de distancia, combinando electroencefalogramas (EEG) e interfaces cerebro-computadora para enviar mensajes en código binario. Este hito sentó las bases para la comunicación directa de pensamientos.

El avance continuó en 2019 con BrainNet, la primera interfaz cerebro a cerebro capaz de conectar simultáneamente a más de dos personas. Utilizando EEG y estimulación magnética transcraneal, tres voluntarios colaboraron mentalmente para resolver un juego similar al Tetris, demostrando la viabilidad de sistemas colaborativos basados únicamente en la comunicación mental. Los desarrolladores plantean que esta infraestructura podría ampliarse para incluir grupos de mayor tamaño en el futuro.

Actualmente, la startup Neuroba explora la integración de la conciencia humana con interfaces cerebro-computadora y comunicación cuántica, buscando decodificar y transmitir mensajes cerebrales con mayor precisión. Esto promete soluciones revolucionarias para pacientes con problemas de habla o movilidad. Sin embargo, estas posibilidades también generan serios dilemas éticos, como el riesgo de homogeneizar ideas y acceder a pensamientos privados sin consentimiento, lo que subraya la necesidad de normativas claras y un código ético riguroso.